Tendencias de sostenibilidad 2026: 5 factores estratégicos para empresas

Ilustración de tendencias de sostenibilidad 2026 en empresas

2026 será un año decisivo para la sostenibilidad corporativa. Las tendencias de sostenibilidad 2026 están marcadas por presión regulatoria, expectativas del mercado y costos operacionales crecientes están empujando a las empresas a transformar el modo en que gestionan su impacto. Pero, a diferencia de años anteriores, esta vez la sostenibilidad no se trata de buenas intenciones: se trata de ROI, datos y decisiones de negocio.

La experiencia acumulada en múltiples organizaciones muestra un patrón que se repite: las empresas no implementan sostenibilidad por convicción; lo hacen por presión. La regulación obliga, los clientes exigen y las finanzas definen la velocidad del cambio. Por eso, cuando la sostenibilidad se presenta como narrativa, avanza lento; cuando se presenta como retorno financiero y reducción de riesgo, se vuelve inevitable.

En este contexto, estas son las tendencias más poderosas —y realmente transformadoras— que marcarán el 2026.

Las tendencias de sostenibilidad 2026 que marcarán el rumbo empresarial

1. IA Ambiental Predictiva: del “reportar después” al “anticipar antes”

La mayor revolución del 2026 será la adopción de modelos de IA capaces de predecir consumos, emisiones, fallas y riesgos operacionales.

Lo que antes era reactivo —esperar el impacto para gestionarlo— se convertirá en un modelo anticipatorio. La IA permitirá detectar desviaciones antes de que generen costos, identificar oportunidades de optimización y alimentar decisiones que mejoran EBITDA desde el primer trimestre

En organizaciones reales se vio que las inversiones en sostenibilidad solo se aprueban cuando generan retorno en menos de 24 meses. La IA ambiental es el ejemplo perfecto: victorias rápidas, decisiones basadas en datos y reducción inmediata de ineficiencias.

Esta será la herramienta favorita del CFO y del COO. Y también el comienzo de una nueva disciplina: sostenibilidad predictiva.

2. Reporting ESG Autónomo: el fin del Excel corporativo

Las nuevas plataformas de reporting autónomo se integran a sistemas operacionales, sensores, energía, flotas y cadenas de suministro para consolidar datos confiables en tiempo real. Esto no solo reduce horas de trabajo: reduce errores, mejora trazabilidad y permite auditorías digitales continuas, un formato que ya está siendo impulsado desde Europa y pronto se replicará en América Latina.

Aquí emerge un insight clave observado una y otra vez: la mayor brecha no es tecnológica, es cultural y de toma de decisiones. Las empresas que progresan son las que definen un dueño claro del dato y un modelo de accountability real. Sin eso, ninguna plataforma funciona.

El reporting autónomo será, en 2026, el estándar básico para operar en mercados exigentes. Según los lineamientos publicados por la Unión Europea , la transformación ESG será obligatoria para proveedores globales en los próximos años.

3. Sostenibilidad con ROI: se termina el “ESG sin retorno”

Una verdad incómoda empezó a manifestarse con fuerza: la sostenibilidad sin retorno financiero está muerta.
Los únicos proyectos que prosperarán en 2026 serán los que generen ROI comprobable en menos de 12–24 meses.

Eso incluye:

  • eficiencia energética con IA e IoT,
  • flotas inteligentes y optimización logística,
  • reconversión de residuos en valor,
  • automatización del reporting ESG.

Las empresas que avanzan comparten un patrón: trabajan con equipos o consultores que hablan el idioma del CFO, traducen impacto a números y convierten intención en retorno. “Las empresas compran claridad + retorno, no inspiración”. Este principio marcará el ADN de todas las inversiones sostenibles del 2026. También puedes revisar nuestro artículo sobre sostenibilidad empresarial con ROI.

4. Supply Chain Circular: el nuevo requisito para vender (no solo para cumplir)

La circularidad dejará de ser un discurso reputacional para convertirse en un requisito contractual en cadenas de suministro globales.
Los compradores exigirán métricas claras sobre uso de materiales, reciclabilidad, reparación, intensidad de recursos y reincorporación de insumos.

Esto se debe a que las compañías ya entendieron que:

  • la circularidad reduce costos,
  • disminuye riesgos de abastecimiento,
  • y habilita acceso a mercados que ya no aceptan proveedores sin trazabilidad.

En 2026, la circularidad será un diferenciador competitivo, especialmente para empresas de manufactura, retail, alimentos y logística. Estas tendencias de sostenibilidad 2026 muestran que el cambio ya no depende de voluntariedad, sino de retorno, datos y automatización

5. Infraestructura y Operaciones Inteligentes: edificios que se gestionan solos

Edificios, plantas y centros logísticos incorporarán sistemas capaces de autogestionar: energía, agua, residuos, mantenimiento predictivo y cargas operativas.

La combinación de IoT + automatización reducirá entre 5–30% los costos operativos en muchas industrias.
Pero su mayor aporte será otro: generar datos ESG automáticos, trazables y listos para auditorías

Es la forma más directa de convertir sostenibilidad en eficiencia real.

2026 será el año donde sostenibilidad y rentabilidad finalmente se encuentran

El 2026 tendrá un rasgo distintivo: la sostenibilidad dejará de ser un relato para convertirse en un sistema operativo empresarial. Las compañías avanzadas combinarán IA, automatización, circularidad, reporting autónomo y estrategias con retorno financiero. La presión regulatoria, la demanda del mercado y la búsqueda de eficiencia empujarán esta transformación.

Las empresas que tomen decisiones basadas en datos, adopten tecnología ESG con disciplina, integren la sostenibilidad en el corazón del negocio y enfoquen sus esfuerzos en iniciativas con retorno tangible serán las que lideren la próxima década. Las empresas que adopten estas tendencias de sostenibilidad 2026 estarán mejor preparadas para competir en mercados más exigentes.

No será el año de “hacer más reportes”. Será el año de tomar mejores decisiones.

Cadena de suministro sostenible en Chile | Valor empresarial

Cadena de suministro sostenible en Chile – proveedores verdes y gestión ESG

Durante años, las empresas enfocaron sus esfuerzos de sostenibilidad en reducir el impacto de sus operaciones internas. Sin embargo, el verdadero desafío —y la oportunidad más estratégica— se encuentra hoy en la cadena de suministro. Las organizaciones ya no son evaluadas solo por lo que producen, sino por cómo y con quién lo hacen. En Chile, la cadena de suministro sostenible se ha convertido en el nuevo eje del valor empresarial, impulsando la confianza del mercado y la competitividad en un contexto global de sostenibilidad.

En Chile, esta tendencia ha tomado fuerza gracias al avance de la Taxonomía de Actividades Económicas Medioambientalmente Sostenibles (T-MAS) del Ministerio de Hacienda, que promueve criterios claros para definir lo que se considera una actividad verde. Bajo este marco, la cadena de suministro sostenible se consolida como un eje fundamental del valor empresarial, el cumplimiento regulatorio y la confianza del mercado.

¿Qué significa realmente tener una cadena de suministro sostenible?

Hablar de una cadena de suministro sostenible no es simplemente hablar de proveedores que reciclan o usan energía renovable. Se trata de un sistema integral de gestión que incorpora criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) en cada etapa del proceso productivo: desde la selección de insumos hasta la entrega final del producto.

Los estándares internacionales más reconocidos permiten definir de manera objetiva el cumplimiento de una cadena de suministro sostenible, entre ellos:

  • ISO 20400 de Compras Sostenibles, que establece directrices para integrar la sostenibilidad en los procesos de adquisición.
  • Principios Rectores de las Naciones Unidas sobre Empresas y Derechos Humanos, que orientan a las organizaciones a prevenir impactos negativos en las personas y comunidades.
  • Líneas Directrices de la OCDE para Empresas Multinacionales, que promueven prácticas responsables en materia laboral, ambiental y de transparencia.
  • Estándares del Global Reporting Initiative (GRI), que fijan indicadores de desempeño para medir el impacto ESG de las operaciones y la cadena de valor.

Una cadena sostenible debe cumplir tres condiciones:

  1. Reducir el impacto ambiental, promoviendo la eficiencia energética, el uso responsable del agua y la gestión adecuada de residuos.

  2. Garantizar condiciones laborales y éticas, velando por la equidad, la transparencia y el respeto a los derechos humanos en todos los niveles de la cadena.

En el caso chileno, este enfoque cobra especial relevancia ante la presión internacional por una economía baja en carbono y la necesidad de mejorar la trazabilidad de las exportaciones. Empresas líderes en energía, minería y manufactura han comprendido que su sostenibilidad no depende únicamente de su propia gestión, sino también del desempeño ambiental y ético de cada proveedor que forma parte de su red. Las empresas que apuestan por una cadena de suministro sostenible en Chile fortalecen su reputación.

Presión global: inversionistas, clientes y reguladores exigen transparencia

El contexto global ha transformado la sostenibilidad en una exigencia más que en una opción. Inversionistas, bancos y consumidores esperan transparencia total sobre el origen de los productos y la conducta ambiental de las empresas.

Los fondos de inversión ESG (Environmental, Social and Governance) se han convertido en un nuevo estándar financiero. En ellos, la capacidad de demostrar que la cadena de suministro cumple criterios sostenibles puede determinar si una compañía recibe financiamiento o queda fuera de los portafolios internacionales.

En Chile, los inversionistas y organismos reguladores también están actuando en esta línea. La Comisión para el Mercado Financiero (CMF) ha impulsado normativas que obligan a las empresas listadas a reportar información no financiera, incluyendo prácticas de sostenibilidad en sus cadenas de valor.

Además, la ciudadanía exige coherencia: los consumidores valoran a las empresas que trabajan con proveedores responsables, mientras rechazan aquellas involucradas en casos de daño ambiental o explotación laboral. La experiencia reciente de varias compañías chilenas demuestra que la sostenibilidad ya no es solo una ventaja competitiva, sino un requisito para mantener la licencia social para operar. La implementación de cadenas de suministro sostenibles en Chile permite acceder a mejores oportunidades financieras

Los riesgos de no actuar: cuando un proveedor puede destruir una marca

La sostenibilidad en la cadena de suministro también es una cuestión de gestión de riesgos. Un solo proveedor con prácticas cuestionables puede comprometer años de reputación corporativa.

Los riesgos reputacionales surgen cuando una empresa se asocia con prácticas no éticas, como trabajo infantil, contaminación o corrupción. Estos episodios pueden viralizarse en horas, afectando el valor de marca y la confianza del público.

Los riesgos financieros también son reales. Las empresas que no aseguran estándares ambientales en sus proveedores pueden enfrentar pérdidas millonarias si un incidente detiene su producción o genera sanciones regulatorias. Además, los inversionistas penalizan cada vez más las carteras con riesgos ESG no gestionados.

Y los riesgos legales aumentan con las nuevas normativas. En la Unión Europea, por ejemplo, las leyes de diligencia debida obligan a las empresas a monitorear el comportamiento ambiental y social de sus proveedores. Chile, alineado con estas tendencias, avanza hacia un marco similar mediante la T-MAS y la futura Estrategia Financiera Sostenible.

En este contexto, los expertos subrayan que la cadena de suministro se ha convertido en un motor de valor sostenible, pero también en un potencial foco de vulnerabilidad. La sostenibilidad, antes vista como un tema reputacional, hoy es un elemento central en la evaluación de riesgos empresariales.

¿Cómo evaluar y gestionar una cadena de suministro sostenible en Chile?

Gestionar proveedores sostenibles implica pasar de una relación transaccional a una relación estratégica. Las empresas más avanzadas en Chile están aplicando metodologías internacionales como ISO 20400 (Compras Sostenibles) y los lineamientos de la Taxonomía Verde (T-MAS) para clasificar a sus proveedores según criterios ambientales y sociales verificables.

El proceso suele incluir tres pasos clave:

  1. Evaluación inicial: identificar los impactos y riesgos ESG en la cadena de valor.
  2. Clasificación y priorización: categorizar a los proveedores según su nivel de cumplimiento y riesgo.
  3. Monitoreo continuo: implementar auditorías, capacitaciones y trazabilidad digital para asegurar la mejora constante.

En el país, sectores como energía, construcción y agroexportación ya aplican criterios de sostenibilidad para seleccionar proveedores. Este enfoque no solo responde a una preocupación ética, sino también a una estrategia para cumplir con los requisitos de exportación, certificaciones internacionales y acceso a financiamiento verde.

La sostenibilidad, por tanto, ya no se limita a la operación interna. El desempeño ambiental y social de los proveedores se ha convertido en parte esencial de la reputación corporativa, impactando directamente en la competitividad de las empresas chilenas.

La oportunidad oculta: proveedores sostenibles como ventaja competitiva

Más allá del cumplimiento, integrar sostenibilidad en la cadena de suministro representa una oportunidad real de negocio.

Las empresas que alinean sus operaciones con criterios verdes no solo reducen riesgos, sino que mejoran su eficiencia operativa, acceden a nuevos mercados y fortalecen su marca frente a inversionistas y consumidores.

La adopción de proveedores verdes impulsa la innovación tecnológica, reduce costos a largo plazo y abre el acceso a créditos sostenibles y bonos verdes. En Chile, el Ministerio de Hacienda destacó que el 38% de la deuda pública nacional ya está emitida en instrumentos temáticos (verdes, sociales y de sostenibilidad), lo que sienta un precedente poderoso para el sector privado.

Además, las compañías que logren alinear sus operaciones con estándares internacionales y criterios ESG podrán acceder a financiamiento preferencial y participar en programas de inversión verde impulsados por organismos multilaterales.

En definitiva, los proveedores sostenibles no son solo un requisito, sino un activo estratégico para las empresas que buscan construir una reputación sólida y resiliente frente al futuro.

Estrategias para construir una cadena de suministro sostenible paso a paso

La implementación de una cadena de suministro sostenible puede parecer compleja, pero se puede abordar de manera progresiva.

  1. Diagnóstico inicial: mapear toda la cadena de valor, identificando los actores, procesos y riesgos críticos.
  2. Política de compras sostenibles: establecer criterios ESG en las bases de licitación, contratos y evaluaciones de desempeño.
  3. Colaboración con proveedores: acompañar a los proveedores en procesos de mejora continua, con programas de capacitación y asistencia técnica.
  4. Monitoreo y transparencia: utilizar plataformas digitales y trazabilidad documental para reportar avances y resultados.
  5. Comunicación responsable: difundir logros de sostenibilidad basados en datos verificables, evitando el greenwashing.

Las empresas que han seguido estos pasos reportan mejoras significativas en eficiencia, reducción de residuos y reputación de marca. La sostenibilidad, lejos de ser un costo, se convierte en una inversión estratégica que mejora la resiliencia y la rentabilidad. La implementación de cadenas de suministro sostenibles en Chile permite acceder a mejores oportunidades financieras.

Conclusión: sostenibilidad, riesgo y reputación — una sola ecuación

La sostenibilidad ha dejado de ser un componente accesorio para transformarse en el núcleo del valor empresarial. En este nuevo escenario, la cadena de suministro es el punto de convergencia entre el riesgo, la reputación y la rentabilidad.

Una empresa que ignora la sostenibilidad de sus proveedores se expone a sanciones, pérdida de confianza y exclusión de mercados internacionales. Por el contrario, aquella que integra criterios ESG en su cadena de suministro fortalece su resiliencia, mejora su acceso a financiamiento y construye una marca coherente y creíble. Las empresas que apuestan por una cadena de suministro sostenible en Chile fortalecen su reputación.

En Chile, la combinación entre el impulso público —a través de la T-MAS y la Estrategia Financiera Sostenible— y el creciente compromiso del sector privado configura una oportunidad única. La sostenibilidad se ha convertido en una herramienta de gestión empresarial inteligente, una garantía de competitividad y, sobre todo, un símbolo de responsabilidad con las generaciones futuras. En definitiva, la cadena de suministro sostenible en Chile se consolida como el nuevo motor de valor empresarial, no solo porque responde a las exigencias del mercado y los inversionistas, sino porque redefine el propósito mismo de las organizaciones, transformando la responsabilidad ambiental en una ventaja estratégica y duradera.

Certificación HuellaChile: proceso y beneficios para tu empresa

Certificación HuellaChile – sellos oficiales de Cuantificación, Reducción, Neutralización y Excelencia

La Certificación HuellaChile se ha transformado en el estándar oficial para las empresas que buscan demostrar con evidencia cómo gestionan su huella de carbono en Chile. Gestionar la huella de carbono dejó de ser una moda para transformarse en una condición de competitividad. Lo que antes parecía voluntario hoy es prácticamente un estándar: inversionistas, clientes y reguladores esperan pruebas claras de responsabilidad ambiental.

El Programa HuellaChile, creado en 2013 por el Ministerio del Medio Ambiente, se consolidó como la herramienta oficial para medir, reportar y reducir emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Las empresas que ya participan saben que obtener la Certificación HuellaChile es mucho más que un trámite: es demostrar con evidencia que sus operaciones están alineadas con los compromisos climáticos del país y con las exigencias de los mercados internacionales.

 

¿Cómo funciona la Certificación HuellaChile paso a paso?

El camino hacia la Certificación HuellaChile sigue una metodología clara definida por el Ministerio del Medio Ambiente. Estos son los pasos principales:

  1. Adhesión al programa → la organización se registra en la plataforma oficial, declarando su compromiso.
  2. Cuantificación de la huella de carbono → se recopilan datos de consumo energético, transporte, procesos y residuos. Aquí se identifica dónde están los mayores focos de emisiones.
  3. Verificación externa → un verificador acreditado revisa la calidad de la información y confirma que cumple los estándares.
  4. Certificación y entrega del sello → el Ministerio valida el resultado y otorga el Sello Huella Chile correspondiente.

Este proceso asegura transparencia y comparabilidad entre sectores. Lo más importante es que al cuantificar la huella de carbono, la empresa obtiene un diagnóstico que sirve como base para tomar decisiones estratégicas: dónde reducir, qué procesos optimizar y cómo avanzar hacia la neutralidad.

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Los sellos de la Certificación HuellaChile y lo que significan para tu negocio

El Programa Huella de Carbono Chile reconoce el nivel de avance de las organizaciones a través de sellos oficiales. Cada uno refleja un compromiso creciente en la gestión de la huella de carbono:

  • Cuantificación → la empresa midió rigurosamente sus emisiones de GEI.
  • Reducción → demuestra resultados concretos en disminuir emisiones.
  • Neutralización → certifica la compensación de emisiones residuales mediante proyectos validados.
  • Excelencia → reconoce la consolidación de reducciones y neutralizaciones en el tiempo.

Estos sellos, en definitiva, son un lenguaje común en sostenibilidad. Funcionan como un pasaporte de confianza que valida los esfuerzos de una empresa frente al mercado y los inversionistas.

Lo que hemos aprendido en 16 años de experiencia en sostenibilidad y certificaciones

En nuestra trayectoria hemos aprendido que el éxito en la Certificación del Programa HuellaChile depende de tres factores esenciales:

Integración estratégica: cuando la medición de la huella de carbono se convierte en parte de la estrategia corporativa, el proceso deja de ser un requisito aislado y se transforma en un hábito organizacional.

Calidad de datos: la verificación externa exige información confiable. Herramientas como SamiMetrics facilitan la recopilación y ordenamiento de datos, reduciendo errores y agilizando la revisión.

Visión a largo plazo: el Sello HuellaChile no es un punto final, sino un paso dentro de un proceso continuo de mejora. Las empresas que lo entienden así capitalizan mejor las oportunidades de financiamiento verde, fortalecen su reputación y se diferencian en mercados competitivos.

Este aprendizaje muestra que medir la huella de carbono no es un simple reporte. Es un instrumento de gestión que permite tomar mejores decisiones, reducir costos y abrir puertas a nuevas oportunidades.

 

El futuro de la gestión de carbono: de obligación a ventaja competitiva

Todo indica que la gestión de la huella de carbono seguirá transformándose rápidamente. Lo que hoy es voluntario, en pocos años será un requisito regulatorio y de mercado.
El Programa HuellaChile se posiciona como la base de este cambio porque entrega estándares claros y homologables a nivel internacional. Quienes se adelanten con su certificación estarán mejor preparados para:

Acceder a financiamiento verde en condiciones preferenciales.

Cumplir con cadenas de suministro globales, que ya exigen métricas verificadas.

Adaptarse a nuevas regulaciones, cada vez más estrictas y con foco en transparencia.

Para las empresas que aún no han comenzado, es el momento de dar el paso. Las que lo hagan ahora no solo estarán cumpliendo con un deber ambiental: estarán construyendo una ventaja competitiva real frente a sus pares.🌱

Sector agro en Chile: cómo cumplir los objetivos FLAG y reducir emisiones

El sector agro en Chile: cómo cumplir los objetivos FLAG y reducir emisiones es hoy un tema central en la agenda climática y de competitividad. La industria agropecuaria enfrenta una encrucijada: no se trata solo de producir más o responder a la creciente demanda mundial de alimentos, sino de hacerlo bajo un estándar ambiental cada vez más exigente.

Las señales son claras: inversores, clientes y marcos regulatorios están alineados. Las empresas que no demuestran liderazgo climático son percibidas como riesgosas, poco preparadas y, en consecuencia, menos competitivas.

Lo vemos todos los días en el mercado: quienes se adelantan con políticas de sostenibilidad acceden a financiamiento preferencial, abren puertas a nuevos mercados y reducen la probabilidad de enfrentar sanciones. En cambio, las compañías que siguen aplazando este compromiso están dejando literalmente dinero sobre la mesa.

El llamado de los objetivos FLAG (Forestry, Land and Agriculture) es directo: el agro chileno debe medir, gestionar y reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de manera rigurosa. No es opcional. Es la única manera de mantenerse competitivo y de asegurar la sostenibilidad de la producción agrícola en un escenario donde los riesgos climáticos impactan directamente la productividad de suelos y agua.

Sector agro en Chile: reducir emisiones con los objetivos FLAG

Uno de los errores más frecuentes en el debate climático es pensar que basta con “compensar” emisiones a través de proyectos de remoción de carbono. La realidad es otra: los objetivos FLAG dejan claro que el 62% del potencial de mitigación del sector agro viene de reducciones directas, no de compensaciones.

Esto significa que lo urgente y prioritario es disminuir las emisiones en origen: fertilizantes, combustibles fósiles, consumo energético ineficiente o mal manejo de suelos. Las remociones de carbono –a través de actividades como la captura en suelos o reforestación– son necesarias, pero nunca un sustituto.

En palabras simples: reducir es más barato, más certero y más rápido que depender de mecanismos de remoción complejos, costosos y sujetos a alta incertidumbre técnica. Postergar esta acción es poner en riesgo no solo el medioambiente, sino también la competitividad de toda la agroindustria chilena.

Medidas concretas para reducir emisiones en la agroindustria chilena

Fertilizantes y eficiencia energética

Una de las fuentes principales de emisiones en el sector agro son los fertilizantes nitrogenados. Adoptar prácticas de optimización en su uso, junto con tecnologías de precisión agrícola, puede reducir drásticamente el impacto. Además, invertir en sistemas de eficiencia energética en plantas de procesamiento y transporte representa ahorros directos en costos y emisiones.

Agricultura regenerativa y manejo de suelos

El manejo regenerativo del suelo no es una tendencia pasajera, es una estrategia que restaura la fertilidad, mejora la retención de agua y captura carbono. Prácticas como la rotación de cultivos, el uso de coberturas vegetales y la reducción del laboreo tienen un impacto doble: benefician al productor y cumplen con los criterios de sostenibilidad exigidos por inversores y mercados internacionales.

Energías renovables en el campo

Cada vez más empresas agrícolas chilenas incorporan energía solar o biogás en sus operaciones. Esta transición no solo disminuye emisiones, sino que reduce la dependencia de combustibles fósiles y da mayor estabilidad frente a la volatilidad de precios energéticos.

Gestión sostenible del agua: un pilar en la transición verde del agro

Si hay un recurso que define la viabilidad del agro chileno es el agua. El cambio climático ha puesto a la gestión hídrica en el centro del debate. Aquí, la certificación de huella de agua surge como un estándar clave: no basta con declarar eficiencia, hay que demostrarlo con datos verificables.

El manejo responsable del agua no es solo un requisito ambiental, es también una herramienta de competitividad. Los mercados internacionales exigen trazabilidad en la producción, y cada vez más clientes y distribuidores privilegian proveedores que pueden demostrar una gestión sostenible del recurso hídrico.

Certificación de huella de carbono y huella hídrica: credibilidad y trazabilidad

Aquí es donde muchas empresas del agro enfrentan su mayor desafío: cómo medir y reportar adecuadamente sus emisiones y remociones de carbono.

Para que una remoción de carbono pueda ser reportada de manera válida debe cumplir criterios estrictos:

  • Monitoreo permanente del almacenamiento de carbono.

  • Trazabilidad completa desde la atmósfera hasta el sumidero.

  • Uso de datos primarios y específicos.

  • Análisis de incertidumbre estadísticamente significativo.

  • Contabilidad de reversiones (si el carbono se pierde, debe reportarse como emisión).

Una remoción mal contabilizada no solo invalida reportes, también puede costar más de lo que ahorra, comprometiendo certificaciones y poniendo en entredicho la credibilidad ambiental de la empresa.

Por eso, la certificación de huella de carbono no es un trámite opcional: es la base para ganar credibilidad frente a clientes, reguladores e inversionistas.

Neutralidad de carbono: oportunidades y límites para el agro

Muchas empresas agropecuarias están mirando la neutralidad de carbono como una meta corporativa. Y es cierto: declararse carbono neutral abre puertas en licitaciones, mejora la reputación y facilita el acceso a financiamiento verde.
Pero cuidado: la neutralidad solo es creíble si está respaldada por datos, reducciones reales y certificaciones robustas. Depender exclusivamente de compensaciones sin haber reducido lo suficiente es una receta para el cuestionamiento y el riesgo reputacional.

Competitividad y financiamiento verde: por qué las empresas deben actuar ya

La inacción climática es un costo directo. No gestionar emisiones significa:

  • Perder acceso a licitaciones y financiamiento verde.
  • Asumir costos crecientes por regulaciones futuras.
  • Quedar rezagado frente a competidores más comprometidos.

En cambio, quienes invierten hoy en medir, certificar y reducir sus emisiones no solo cumplen con regulaciones, sino que logran condiciones de financiamiento preferencial y consolidan su liderazgo en un mercado cada vez más exigente.

Del riesgo climático al liderazgo sostenible

El sector agro chileno tiene la oportunidad –y la responsabilidad– de transformarse en un líder climático regional. Para lograrlo, debe alinearse con los objetivos FLAG, priorizar reducciones de emisiones sobre compensaciones, gestionar de manera sostenible el agua y certificar cada paso de su estrategia ambiental . La pregunta ya no es si se debe actuar, sino cuándo. Y la respuesta es clara: ahora. Cada día que pasa sin gestionar adecuadamente las emisiones de GEI es dinero perdido y competitividad cedida.

En Green Solutions acompañamos a las empresas del agro a medir, verificar y certificar sus emisiones y remociones bajo estándares internacionales, asegurando credibilidad y acceso a los beneficios del financiamiento verde.

El momento de actuar es hoy. 🌱