El sector agro en Chile: cómo cumplir los objetivos FLAG y reducir emisiones es hoy un tema central en la agenda climática y de competitividad. La industria agropecuaria enfrenta una encrucijada: no se trata solo de producir más o responder a la creciente demanda mundial de alimentos, sino de hacerlo bajo un estándar ambiental cada vez más exigente.
Las señales son claras: inversores, clientes y marcos regulatorios están alineados. Las empresas que no demuestran liderazgo climático son percibidas como riesgosas, poco preparadas y, en consecuencia, menos competitivas.
Lo vemos todos los días en el mercado: quienes se adelantan con políticas de sostenibilidad acceden a financiamiento preferencial, abren puertas a nuevos mercados y reducen la probabilidad de enfrentar sanciones. En cambio, las compañías que siguen aplazando este compromiso están dejando literalmente dinero sobre la mesa.
El llamado de los objetivos FLAG (Forestry, Land and Agriculture) es directo: el agro chileno debe medir, gestionar y reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de manera rigurosa. No es opcional. Es la única manera de mantenerse competitivo y de asegurar la sostenibilidad de la producción agrícola en un escenario donde los riesgos climáticos impactan directamente la productividad de suelos y agua.
Sector agro en Chile: reducir emisiones con los objetivos FLAG
Uno de los errores más frecuentes en el debate climático es pensar que basta con “compensar” emisiones a través de proyectos de remoción de carbono. La realidad es otra: los objetivos FLAG dejan claro que el 62% del potencial de mitigación del sector agro viene de reducciones directas, no de compensaciones.
Esto significa que lo urgente y prioritario es disminuir las emisiones en origen: fertilizantes, combustibles fósiles, consumo energético ineficiente o mal manejo de suelos. Las remociones de carbono –a través de actividades como la captura en suelos o reforestación– son necesarias, pero nunca un sustituto.
En palabras simples: reducir es más barato, más certero y más rápido que depender de mecanismos de remoción complejos, costosos y sujetos a alta incertidumbre técnica. Postergar esta acción es poner en riesgo no solo el medioambiente, sino también la competitividad de toda la agroindustria chilena.
Medidas concretas para reducir emisiones en la agroindustria chilena
Fertilizantes y eficiencia energética
Una de las fuentes principales de emisiones en el sector agro son los fertilizantes nitrogenados. Adoptar prácticas de optimización en su uso, junto con tecnologías de precisión agrícola, puede reducir drásticamente el impacto. Además, invertir en sistemas de eficiencia energética en plantas de procesamiento y transporte representa ahorros directos en costos y emisiones.
Agricultura regenerativa y manejo de suelos
El manejo regenerativo del suelo no es una tendencia pasajera, es una estrategia que restaura la fertilidad, mejora la retención de agua y captura carbono. Prácticas como la rotación de cultivos, el uso de coberturas vegetales y la reducción del laboreo tienen un impacto doble: benefician al productor y cumplen con los criterios de sostenibilidad exigidos por inversores y mercados internacionales.
Energías renovables en el campo
Cada vez más empresas agrícolas chilenas incorporan energía solar o biogás en sus operaciones. Esta transición no solo disminuye emisiones, sino que reduce la dependencia de combustibles fósiles y da mayor estabilidad frente a la volatilidad de precios energéticos.
Gestión sostenible del agua: un pilar en la transición verde del agro
Si hay un recurso que define la viabilidad del agro chileno es el agua. El cambio climático ha puesto a la gestión hídrica en el centro del debate. Aquí, la certificación de huella de agua surge como un estándar clave: no basta con declarar eficiencia, hay que demostrarlo con datos verificables.
El manejo responsable del agua no es solo un requisito ambiental, es también una herramienta de competitividad. Los mercados internacionales exigen trazabilidad en la producción, y cada vez más clientes y distribuidores privilegian proveedores que pueden demostrar una gestión sostenible del recurso hídrico.
Certificación de huella de carbono y huella hídrica: credibilidad y trazabilidad
Aquí es donde muchas empresas del agro enfrentan su mayor desafío: cómo medir y reportar adecuadamente sus emisiones y remociones de carbono.
Para que una remoción de carbono pueda ser reportada de manera válida debe cumplir criterios estrictos:
-
Monitoreo permanente del almacenamiento de carbono.
-
Trazabilidad completa desde la atmósfera hasta el sumidero.
-
Uso de datos primarios y específicos.
-
Análisis de incertidumbre estadísticamente significativo.
-
Contabilidad de reversiones (si el carbono se pierde, debe reportarse como emisión).
Una remoción mal contabilizada no solo invalida reportes, también puede costar más de lo que ahorra, comprometiendo certificaciones y poniendo en entredicho la credibilidad ambiental de la empresa.
Por eso, la certificación de huella de carbono no es un trámite opcional: es la base para ganar credibilidad frente a clientes, reguladores e inversionistas.
Neutralidad de carbono: oportunidades y límites para el agro
Muchas empresas agropecuarias están mirando la neutralidad de carbono como una meta corporativa. Y es cierto: declararse carbono neutral abre puertas en licitaciones, mejora la reputación y facilita el acceso a financiamiento verde.
Pero cuidado: la neutralidad solo es creíble si está respaldada por datos, reducciones reales y certificaciones robustas. Depender exclusivamente de compensaciones sin haber reducido lo suficiente es una receta para el cuestionamiento y el riesgo reputacional.
Competitividad y financiamiento verde: por qué las empresas deben actuar ya
La inacción climática es un costo directo. No gestionar emisiones significa:
- Perder acceso a licitaciones y financiamiento verde.
- Asumir costos crecientes por regulaciones futuras.
- Quedar rezagado frente a competidores más comprometidos.
En cambio, quienes invierten hoy en medir, certificar y reducir sus emisiones no solo cumplen con regulaciones, sino que logran condiciones de financiamiento preferencial y consolidan su liderazgo en un mercado cada vez más exigente.
Del riesgo climático al liderazgo sostenible
El sector agro chileno tiene la oportunidad –y la responsabilidad– de transformarse en un líder climático regional. Para lograrlo, debe alinearse con los objetivos FLAG, priorizar reducciones de emisiones sobre compensaciones, gestionar de manera sostenible el agua y certificar cada paso de su estrategia ambiental . La pregunta ya no es si se debe actuar, sino cuándo. Y la respuesta es clara: ahora. Cada día que pasa sin gestionar adecuadamente las emisiones de GEI es dinero perdido y competitividad cedida.
En Green Solutions acompañamos a las empresas del agro a medir, verificar y certificar sus emisiones y remociones bajo estándares internacionales, asegurando credibilidad y acceso a los beneficios del financiamiento verde.
El momento de actuar es hoy. 🌱
